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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Conventillos



En la segunda mitad del siglo XIX se inició un proceso de cambios propuestos por la llegada de los enormes contingentes de extranjeros. 
Entre ellos cabe distinguir dos grupos diferenciados entre sí por la consideración de la gente. Unos constituían el pasaje de las primeras clases de los barcos, quienes eran aludidos como "pasajeros" o "viajeros". Los otros, los llegados en tercera clase, eran llamados "inmigrantes".
Fue tan importante el fenómeno inmigratorio en esos años que tuvo gran incidencia en el crecimiento poblacional argentino, lo que afectó entonces en el modo de habitar del pueblo.
No existen estudios de esos años referidos a las necesidades de vivienda. Sin embargo, se puede afirmar que Argentina no disponía de suficiente mano de obra capacitada, ni de los medios técnicos para obtener los materiales necesarios para atender la demanda de vivienda emergente.
Las construcciones en las que se ubicaba a los inmigrantes respondían exclusivamente a la urgencia de darles alojamiento.
El nombre de "conventillo", según registro de los diccionarios de español peninsular, aparece en 1726, como diminutivo de convento que, si bien describen una organización funcional similar al tipo latinoamericano, tienen connotación peyorativa y exclusivamente referida a actividades de prostitución.
Desde la perspectiva social, el conventillo, también conocido como "casa de inquilinato", se constituyó en el tipo habitacional más significativo, especialmente en Buenos Aires, Córdoba y Rosario, que si por un lado daba cuenta de la desprotección de la clase trabajadora, por otra parte se constituía en un espacio cultural integrador, donde convivieron extranjeros con argentinos.
Cabe destacar, que se consideraba conventillo a la casa que albergaba a más de cinco familias o personas independientes, incluido un encargado, cuya unidad de locación era una pieza, y que tenían en común los servicios de baños, lavatorios, letrinas y lavaderos. 
Cada uno conocía la vida del otro por el efecto de esta apretada convivencia, donde el hacinamiento, la promiscuidad y la ausencia de higiene formaban parte de la vida cotidiana. 
Hubo conventillos de dos tipos: los de reciclado y los de nuevo diseño. Los primeros aparecieron como adaptación de antiguas "casas chorizo"o casonas de patios. Los segundos fueron construidos por especuladores urbanos en base a una máxima explotación del lote, disponiendo de una serie de habitaciones para una familia en cada una de ellas, alrededor de un espacio abierto central y común.
La "época de oro" del conventillo en Argentina se localiza en el último tramo del siglo XIX, aunque la casa de inquilinato, como institución, desborda ese marco y se proyecta con ligeras variantes hasta hoy.



Bibliografía consultada:
- El espacio doméstico en Buenos Aires, 1872-1935 : concepciones, modelos e imaginarios / Sandra Inés Sánchez. - Buenos Aires, Argentina : Librería Concentra, Esquina del Arquitecto, [2010].
Habitar Buenos Aires : las manzanas, los lotes y las casas / comp. Juan Manuel Borthagaray. - Buenos Aires : Sociedad Central de Arquitectos, 2009.






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