El día 23 de abril fue elegido como Día Internacional del Libro, pues coincide con el fallecimiento de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega en la misma fecha en el año 1616 (aunque realmente no es así: Cervantes falleció el 22 y fue enterrado el 23, mientras que Shakespeare murió el 23 de abril del calendario juliano, que corresponde al 3 de mayo del calendario gregoriano).
La tradición de celebrar este día se hizo firme en España y comenzó a extenderse, en 1964 lo adoptaron todos los países de lengua castellana y portuguesa y en 1993 también la Comunidad Europea.
Fue natural que la Conferencia General de la UNESCO, celebrada en París en 1995, decidiera rendir un homenaje universal a los libros y autores en esta fecha. La propuesta, junto con el agregado sobre el “Derecho de autor” propuesto por Rusia, fue aprobada unánimemente por todos los Estados miembros durante la 28° sesión de la Conferencia General de la UNESCO.
Su objetivo no es otro que el de alentar a todos/as, en particular a los y las más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y respetar la irreemplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural.
Escribir un libro requiere una enorme dedicación. Ya sea una novela, un ensayo, una obra teatral o un conjunto de poemas, el autor tiene que tener en cuenta muchas cosas, si quiere que el libro sea interesante. Además de la labor creativa, tiene que tener en cuenta la estructura narrativa, el lenguaje y muchos aspectos técnicos y de investigación sobre el tema del libro.
Aunque para muchos de nosotros leer es una afición, para los autores es un trabajo y este día es un reconocimiento a ese trabajo.
Hay quien ha dicho que los libros pueden ser nuestros mejores amigos y hay mucho de cierto en esto. Los libros nos transportan a nuevos mundos, nos ayudan a concebir nuevas formas de vida, reflexionar, incrementar nuestros conocimientos, nos hace soñar, imaginar y descubrir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario