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miércoles, 14 de agosto de 2013

Hotel de los Inmigrantes (Buenos Aires, Argentina)



A fines del siglo XIX comenzó en Argentina la corriente inmigratoria impulsada por políticas del gobierno que necesitaba poblar nuestro extenso territorio.
Bajos costos y rapidez de los viajes transoceánicos permitieron ampliar la cantidad de inmigrantes que llegaron al país y al resto de América.
Muchos de ellos venían sólo para las cosechas retornando luego a sus países. Otros, se quedaron a desarrollar su vida de este lado del océano.
A fin de alojar a los que llegaban, en un sector del Convento de los Recoletos nació el primer Asilo de Inmigrantes.
Posteriormente, en 1876 se dictó la ley 817, conocida como Ley Avellaneda, que dio un gran impulso a la inmigración y la colonización, que tuvo su pico en 1889. 
Durante algunas décadas estas personas se alojaron en esos asilos del gobierno dispuestos para tal fin, hasta que, en 1888, se habilitó en Buenos Aires el Hotel de Inmigrantes, como parte de un complejo edilicio, con el objetivo de recibir, prestar servicios, alojar y distribuir a los miles de inmigrantes que, en ese momento, arribaban a la Argentina procedentes de todo el mundo, principalmente de Europa.
El complejo, ubicado frente al río, estaba conformado por diversos pabellones destinados al desembarco, colocación, administración, atención médica, servicios, alojamiento y traslado de los inmigrantes.
El también llamado Hotel de la Rotonda era una construcción con forma de dodecágono y proporcionaba alojamiento, gratuito por cinco días. No obstante, la reglamentación se extendía en los casos que hiciera falta, el tiempo necesario para su colocación, hasta que el inmigrante conseguía trabajo.


A principios del siglo XX se decidió la construcción de otro edificio que sirviera de alojamiento a los inmigrantes, inaugurándose en 1911 una construcción que ocupaba 6 hectáreas en Puerto Nuevo. La misma disponía de varios pabellones donde funcionaba el depósito, hospital, oficina de correos y la de trabajo y el hotel.
Este último, replanteado por el Arq. Juan Kronfuss, tenía una edificación de cuatro pisos, de hormigón armado, con un sistema de losas, vigas y columnas de ritmo uniforme, que dio como resultado espacios amplios dispuestos a ambos lados de un corredor central. Integramente pintado de blanco, se acentuaba en todos los ámbitos la sensación de amplitud y luminosidad.
En la planta baja se ubicaba el comedor, cocina y servicios auxiliares. En los pisos superiores cuatro dormitorios por planta, proyectados para albergar doscientas cincuenta personas cada uno.
A los inmigrantes los despertaban las celadoras, muy temprano. Durante la mañana, las mujeres se dedicaban a los quehaceres domésticos, como el lavado de la ropa en los lavaderos o el cuidado de los niños, mientras los hombres gestionaban su colocación en la oficina de trabajo.
Se habían dispuesto turnos de almuerzo de hasta mil personas cada uno. Al toque de una campana, los inmigrantes se agrupaban en la entrada del comedor, donde un cocinero les repartía las vituallas. Luego ellos se instalaban a lo largo de las mesas a esperar su almuerzo. Este consistía, generalmente, en un plato de sopa abundante, y guiso con carne, puchero, pastas, arroz o estofado.
A partir de las seis comenzaban los turnos para la cena, y desde las siete quedaban abiertos los dormitorios.
El hotel dejó de funcionar en 1953 y en 1990 fue declarado Monumento Histórico Nacional.
En la actualidad, funcionan allí algunas dependencias de la Dirección Nacional de Migraciones y el antiguo hotel fue convertido en el Museo Nacional de la Inmigración ("Museo Hotel de Inmigrantes").






Bibliografía:

- Hotel de inmigrantes: arcón de Buenos Aires [en línea]. Disponible en la web: http://www.arcondebuenosaires.com.ar/hotel_inmigrantes.htm
- Museo Nacional de Inmigración [en línea]. Disponible en la web: http://www.buenosaires.travel/Museo-nacional-de-la-inmigracion.aspx
- Vallejo, Gustavo Gabriel. Hotel de inmigrantes: espacio e institución. En: DANA, No. 41/42 (2003), p. 31-36

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